El lazo de Vargas Llosa con Jalisco


DESDE SANDUA

OPINIÓN

Por Antonio Rodríguez Jiménez

Mario Vargas Llosa en su visita a la FIL Guadalajara en 2019. Foto: CORTESÍA

Mario Vargas Llosa, fallecido el pasado domingo este 13 de abril en Perú a los 89 años, mantuvo a lo largo de su vida una relación intensa, a veces tensa, pero siempre significativa con México. Fue en este país donde su obra encontró eco temprano, y donde su figura se consolidó no solo como novelista mayor del siglo XX, sino como intelectual provocador y polémico.

La capital de Jalisco, desde 2014, fue sede de la Bienal que lleva su nombre, organizada por la Universidad de Guadalajara y la Fundación Internacional para la Libertad. El Nobel peruano participó activamente en varias ediciones, convirtiendo el evento en un referente del pensamiento literario en español.

Desde sus primeras visitas en los años sesenta hasta sus participaciones memorables en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, México fue para Vargas Llosa un punto de anclaje cultural. Jalisco, en particular, lo acogió en diversas ocasiones con el respeto que se reserva a los grandes narradores. En la FIL fue leído, celebrado, discutido y, sobre todo, escuchado.

La célebre frase “México es la dictadura perfecta”, que pronunció en 1990 durante un debate televisado, marcó un giro en su relación con el país. Provocó un revuelo que lo alejó momentáneamente de ciertos espacios, pero que no logró romper el diálogo. Con el tiempo, regresó, y México volvió a abrirle sus puertas: las del debate, las del homenaje y las de los lectores que jamás dejaron de acompañarlo.

Desde una perspectiva literaria, Vargas Llosa compartió un diálogo implícito con escritores mexicanos como Juan Rulfo y Carlos Fuentes. Aunque centrado en las problemáticas peruanas, los temas universales de sus obras —como el poder, la corrupción y la libertad— resuenan en las narrativas mexicanas. Sus novelas, con su detallado realismo y maestría narrativa, influyeron en generaciones de lectores y escritores en México, quienes encontraron en sus textos un espejo de los desafíos latinoamericanos. Además, su colaboración con Octavio Paz y su participación en eventos como el “Encuentro Vuelta” reforzaron su conexión con la escena intelectual del país.

Su muerte deja un vacío enorme en la literatura hispanoamericana. Pero también cierra una historia de vínculos intensos entre un escritor y un país que siempre lo leyó con pasión, aunque no siempre con complacencia.

El contenido y las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no necesariamente reflejan el punto de vista de Balsia Producciones

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