Carmen Laforet Díaz autora de la novela Nada es una de las figuras más importantes de la literatura española del Siglo XX de la cual el 28 de febrero se cumplió el XX aniversario luctuoso. La vasta información que ahora tengo acerca de su vida y obra comencé a atesorarla, gracias a mi primer hallazgo de las cartas que escribió a Ramón Sender y que se encontraban en los remanentes del gran novelista en Huesca.
Esas cartas, la edición y la publicación de dicho epistolario en la editorial DESTINO, en mayo 2003 fue la piedra angular para embarcarme como biógrafo de quien en el año 2000 permanecía en el olvido, tal como ella se lo propuso y deseaba.
Gracias también al reconocimiento de mis esfuerzos y el apoyo que recibí por parte de Malcolm Otero y Joaquim Palau, los editores de DESTINO pude comenzar una recuperación total y la reedición de sus obras completas y de su legado, que, aparte de Nada, permanecía descatalogado por completo, olvidado y malinterpretado.
Con la foto de mi hermana Joanne en la portada, a la salida del metro de Manuel Becerra en Madrid, y con un cigarrillo en la mano (mi hermana nunca ha fumado en su vida) logramos revitalizar el personaje de Paulina que la novelista había plasmado en su novela feminista de 1955, obra que había sido malinterpretada por todos como una novela católica, ya que la autora había utilizado el catolicismo como vehículo para reivindicar a la mujer durante la posguerra y pleno franquismo, mostrando en su obra su capacidad de independizarse de su marido trabajar, y mantener a su propio hijo. Una gran hazaña por parte de Laforet en la literatura de posguerra al intentar la promoción de la igualdad de sexos bajo el régimen franquista a través de su novelística. El mejor reconocimiento a mi prólogo y a la recuperación de esta novela lo recibí del marido de Laforet, don Manuel Cerezales, crítico y editor, quien me dijo directamente, cara a cara, que era precisamente lo que su mujer había intentado realizar con aquella novela.
A La mujer nueva, (una de sus mejores y más importantes novelas a mi juicio) le siguieron, ya en 2004, mis ediciones de La insolación y Al volver la esquina, las dos primeras novelas de una trilogía que Laforet nunca llegó a terminar, por diversas razones.
Aunque La insolación se publicó con éxito y grandes expectativas en 1963, la segunda parte, Al volver la esquina, había permanecido inédita por más de 30 años en una maleta hasta el momento de mi edición en la primavera 2004, un par de meses después del fallecimiento de la autora. Laforet nunca llegó a verla publicada, con excepción de la portada del libro que yo le llevé personalmente y puse en sus manos unos días antes de morir.
De acuerdo a mi investigación académica, la frustración por parte de la novelista, quien huía (equivocadamente) de la autobiografía en obra literaria, al no haber logrado trasladar su propia inspiración y versión de un clásico inglés al contexto sociocultural de la posguerra española y del franquismo, como ella anhelaba, le impidió terminar su ambiciosa trilogía, y seguir adelante con sus planes literarios.
Todo esto, en adición a su separación matrimonial en el verano de 1970, contribuyó a su silencio y a su fuga final del panorama literario español al que pertenecía como pionera femenina de la novela de posguerra con la publicación de Nada en 1945.
Además del manuscrito de Jake Mate, que hubiese sido la tercera parte de su trilogía Tres pasos fuera de un tiempo, Laforet también llevaba otros proyectos en marcha: Rebelde en carroza y Conversaciones en el Trastevere, estos fueron dos títulos de proyectos en progreso que nunca vieron la luz, no terminados, nunca publicados.
Aunque sus cartas no son novelas, no dejan de ser la escritura de una gran novelista, en este caso escritura íntima / autobiográfica, de no – ficción dedicada a una serie de lectores seleccionados por ella como sus interlocutores. Por eso el interés y la importancia de mi nuevo proyecto: Carmen Laforet epistolar.
En esas cartas, Laforet narraba su trayectoria vital y la intrahistoria de su obra y su legado literario a sus amigos intelectuales seleccionados por ella misma. Para ella fue un tipo de escritura con la cual sustituyó su novelística, evitando así la presión editorial, la expectativa de una presión mediática, por eso es que su biografía la titulamos: Carmen Laforet; una mujer en fuga.

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